Las primeras manifestaciones de la presencia humana en el Bajo Segura y zonas cercanas se remontan al Paleolítico Medio o Musteriense. En este momento, que alcanza hasta hace unos 35.000 años, eran ya cazadores inteligentes, buenos conocedores de los desplazamientos y las costumbres de los animales, y con un variado utillaje fabricado sobre piezas retocadas en sílex: puntas, raederas, cuchillos y buriles. Desde esta etapa, grupos de cazadores visitarán en sus jornadas de caza el estuario del Bajo Segura, donde confluían los ríos Vinalopó y Segura y donde abundaría la caza (sobre todo anátidas) y la pesca (muy rica y fácilmente obtenible en este ámbito deltaico).
Posteriormente, se atestiguan ya durante el Paleolítico Superior (30.000 – 16.500 a. C.) yacimientos en abrigos rocosos de la franja montañosa que bordea la comarca por el Norte y el Oeste. Estos especializados cazadores, nos han ido dejando, como se puede observar en el Museo Municipal, un diversificado utillaje fabricado sobre láminas de sílex: puntas de flecha (aparición del arco), raspadores, buriles, perforadores, piezas de borde abatido, etc., el cual muestra numerosos cambios en la forma y una continua reducción de tamaño. Y junto a este equipamiento destacan también otras piezas talladas en hueso: arpones, azagayas, agujas, etc. Entre los cambios culturales se incluyen una compleja vida espiritual y la aparición del arte.