La Cultura Ibérica (600 – 50 a. C.) de las comarcas del Sur valenciano, tiene un desarrollo temprano gracias al factor fenicio, que genera a partir del siglo VIII en nuestra fachada mediterránea un proceso de orientalización que irá transformando todos los aspectos de la vida indígena.
A partir de principios del siglo V, con la Cultura Ibérica formada, los contactos con otros centros del Mediterráneo se diversifican (griegos, etruscos, íberos de la Alta Andalucía, etc.). La Cultura Ibérica alcanzó grandes cotas de desarrollo en nuestra comarca como lo atestiguan en nuestro Museo el Pilar- Estela de El Mejorado (uno de los monumentos funerarios de carácter aristocrático más destacados y mejor conservados del Mundo Ibérico) y la abundante y variada colección de cerámicas griegas importadas, las típicas ibéricas realizadas a torno y decoradas en óxido de hierro, los abalorios y el armamento del poblado fortificado y la necrópolis de Cabezo Lucero.
En efecto, la existencia de un puerto comercial fenicio en la desembocadura del río Segura en el siglo VIII a. C., en perfecta correspondencia con el panorama inicial del asentamiento fenicio peninsular, conforma un territorio fenicio occidental de Cádiz a Ibiza, que vendría a cubrir más o menos el ámbito geográfico de Tartesos. Aquí se desarrollaría esa floreciente civilización hispánica del hierro antiguo, en un proceso similar al que ocurrió en Etruria. Una simbiosis muy fecunda en la que no debió faltar el mestizaje entre colonos e indígenas, iba a conducir en estas tierras del Sudeste a un floreciente periodo que llamamos orientalizante y en el que podemos hallar el germen del iberismo posterior. No es casual la concentración de poblados y necrópolis ibéricos antiguos en el curso final del río Segura (El Oral y La Escuera en San Fulgencio y Cabezo Lucero en la zona limítrofe de Guardamar y Rojales).